lunes, julio 17, 2006

El rincón de las letras vivas: Poema 19/Neruda


Poema 19

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos."

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como esta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oir la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche esta estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como esta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque este sea el ultimo dolor que ella me causa,
y estos sean los ultimos versos que yo le escribo.

Pablo Neruda (20 poemas de amor y una canción desesperada)

domingo, julio 16, 2006

Oculta tras el nombre de tu calle: Petrona Eyle


Petrona Eyle

Por cronología, debe considerarse a Petrona Eyle como la segunda médica argentina (graduada en el extranjero, en la Universidad de Zurich (1891)) (La primera fue Cecilia Grierson).

Por su trayectoria, debe considerársele, además, como una gran mujer, que, al igual que Grierson y Elvira Rawson, dedicó tanto tiempo y esfuerzo a la medicina como a la reivindicación del rol de la mujer en los ámbitos profesional, social y familiar.

Nacida en Baradero (Buenos Aires) en 1866, Eyle se educó en Concepción de Uruguay, donde recibió el título de maestra normal.

Pasados algunos años luego de su graduación, viajó a Suiza, país que había visto nacer a sus ancestros, a iniciar los estudios de medicina. Estos no fueron simples para Eyle, ya que al tiempo que aprendía la disciplina, debió aprender el idioma. Al fin, su tesis doctoral, editada y defendida en alemán, trató de las anomalías de las orejas de los delincuentes. El estudio, que actualmente no tiene ningún crédito dentro de la ciencia y de la antropología criminal, se enmarcaba en ese momento en las más avanzadas teorías acerca de la delincuencia, entendida como expresión de una patología de fuertes rasgos hereditarios. Además, la antropometría del italiano César Lombroso era considerada una teoría fundamental para el estudio y el control de la criminalidad: según ella, el tamaño del cráneo, o su forma, o el tamaño de las orejas, u otros rasgos físicos particulares, permitían identificar a un criminal (potencial o consumado). Esta teoría, junto a otras, encarnaron más tarde el llamado darwinismo social, según el cual, algunas razas eran superiores (quizás debería decirse que "habían evolucionado más"), y lo mismo con las sociedades, los sexos, etc.

Así, la tesis de Eyle se insertaba en una corriente científica muy prestigiosa de la época. Para realizarla, utilizó material del Instituto de Ontología de Zurich y del presidio de esa ciudad, e investigó las anomalías del pabellón auricular propias de los delincuentes. Sus conclusiones, sin embargo, contradijeron las ideas de Lombroso y de otros grandes teóricos de la antropología criminal.

En 1893, Eyle regresó a la Argentina. Revalidó entonces su título en la Universidad de Buenos Aires y ejerció su profesión, aunque no existen muchos detalles de esta actividad. Sólo se sabe que integró la Asociación Médica Argentina, a la que ingresó avalada por la ya prestigiosa Cecilia Grierson.

En cambio, es bastante más lo que se conoce de su predica a favor de la mejora de la situación de la mujer. En 1901, por ejemplo fue una de las fundadoras de la Asociación de Universitarias Argentinas, la entidad que más tarde realizará el Primer Congreso Femenino Internacional, la Liga contra la Trata de Blancas y diversas asociaciones de mujeres que lucharon por la institución del voto femenino. Eyle, además, dirigió la revista Nuestra Causa (1918), el órgano de expresión de estas corrientes feministas.

En 1908, presidió el comité organizador del Congreso Femenino que se realizó en ocasión de las celebraciones del Centenario, e integró las secciones de ciencia y de derecho de la reunión.

Poco a poco, la luz de Petrona Eyle fue cayendo en el ostracismo. Luego de 1920, poco se supo de ella, excepto porque integró en 1937, la comisión de homenaje a Cecilia Grierson.

No dejó tampoco obra escrita, más allá de su tesis. Sin embargo, varios párrafos de la historia de la ciencia nacional están dedicados a su figura pionera en el enaltecimiento de la mujer en la actividad científica y cultural.

martes, julio 04, 2006

El rincón de las letras vivas:Al final de este viaje


Al final de este viaje en la vida

Silvio Rodríguez

Al final de este viaje en la vida quedarán
nuestros cuerpos hinchados de ir
a la muerte, al odio, al borde del mar.
Al final de este viaje en la vida quedará
nuestro rastro invitando a vivir.
Por lo menos por eso es que estoy aquí.
Somos prehistoria que tendrá el futuro,
somos los anales remotos del hombre.
Estos años son el pasado del cielo
;
estos años son cierta agilidad
con que el sol se dibuja en el porvenir,
son la verdad o el fin,
son Dios.
Quedamos los que puedan sonreír
en medio de la muerte, en plena luz.

Al final de este viaje en la vida quedará
una cura de tiempo y amor,
una gasa que envuelva un viejo dolor.
Al final de este viaje en la vida quedarán
nuestros cuerpos tendidos al sol
como sábanas blancas después del amor.
Al final del viaje está el horizonte,
al final del viaje partiremos de nuevo,
al final del viaje comienza el camino
,
otro buen camino que seguir descalzos
contando la arena.
Al final del viaje estamos tu y yo intactos.
Quedamos los que puedan sonreír
en medio de la muerte, en plena luz.

28 de enero de 1970