domingo, julio 16, 2006

Oculta tras el nombre de tu calle: Petrona Eyle


Petrona Eyle

Por cronología, debe considerarse a Petrona Eyle como la segunda médica argentina (graduada en el extranjero, en la Universidad de Zurich (1891)) (La primera fue Cecilia Grierson).

Por su trayectoria, debe considerársele, además, como una gran mujer, que, al igual que Grierson y Elvira Rawson, dedicó tanto tiempo y esfuerzo a la medicina como a la reivindicación del rol de la mujer en los ámbitos profesional, social y familiar.

Nacida en Baradero (Buenos Aires) en 1866, Eyle se educó en Concepción de Uruguay, donde recibió el título de maestra normal.

Pasados algunos años luego de su graduación, viajó a Suiza, país que había visto nacer a sus ancestros, a iniciar los estudios de medicina. Estos no fueron simples para Eyle, ya que al tiempo que aprendía la disciplina, debió aprender el idioma. Al fin, su tesis doctoral, editada y defendida en alemán, trató de las anomalías de las orejas de los delincuentes. El estudio, que actualmente no tiene ningún crédito dentro de la ciencia y de la antropología criminal, se enmarcaba en ese momento en las más avanzadas teorías acerca de la delincuencia, entendida como expresión de una patología de fuertes rasgos hereditarios. Además, la antropometría del italiano César Lombroso era considerada una teoría fundamental para el estudio y el control de la criminalidad: según ella, el tamaño del cráneo, o su forma, o el tamaño de las orejas, u otros rasgos físicos particulares, permitían identificar a un criminal (potencial o consumado). Esta teoría, junto a otras, encarnaron más tarde el llamado darwinismo social, según el cual, algunas razas eran superiores (quizás debería decirse que "habían evolucionado más"), y lo mismo con las sociedades, los sexos, etc.

Así, la tesis de Eyle se insertaba en una corriente científica muy prestigiosa de la época. Para realizarla, utilizó material del Instituto de Ontología de Zurich y del presidio de esa ciudad, e investigó las anomalías del pabellón auricular propias de los delincuentes. Sus conclusiones, sin embargo, contradijeron las ideas de Lombroso y de otros grandes teóricos de la antropología criminal.

En 1893, Eyle regresó a la Argentina. Revalidó entonces su título en la Universidad de Buenos Aires y ejerció su profesión, aunque no existen muchos detalles de esta actividad. Sólo se sabe que integró la Asociación Médica Argentina, a la que ingresó avalada por la ya prestigiosa Cecilia Grierson.

En cambio, es bastante más lo que se conoce de su predica a favor de la mejora de la situación de la mujer. En 1901, por ejemplo fue una de las fundadoras de la Asociación de Universitarias Argentinas, la entidad que más tarde realizará el Primer Congreso Femenino Internacional, la Liga contra la Trata de Blancas y diversas asociaciones de mujeres que lucharon por la institución del voto femenino. Eyle, además, dirigió la revista Nuestra Causa (1918), el órgano de expresión de estas corrientes feministas.

En 1908, presidió el comité organizador del Congreso Femenino que se realizó en ocasión de las celebraciones del Centenario, e integró las secciones de ciencia y de derecho de la reunión.

Poco a poco, la luz de Petrona Eyle fue cayendo en el ostracismo. Luego de 1920, poco se supo de ella, excepto porque integró en 1937, la comisión de homenaje a Cecilia Grierson.

No dejó tampoco obra escrita, más allá de su tesis. Sin embargo, varios párrafos de la historia de la ciencia nacional están dedicados a su figura pionera en el enaltecimiento de la mujer en la actividad científica y cultural.

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