domingo, agosto 27, 2006

Oculta tras el nombre de calle: Alfosina Storni


Alfonsina Storni

Nació en Sala Capriasca (cantón suizo del Ticino) el 22 de mayo de 1892. A los cuatro años se trasladó con sus padres a Argentina. Vivió en Santa Fe, Rosario y Buenos Aires. Terminó su vida suicidandose ahogada en la playa de la Perla en el mar de Plata el 25 de octubre de 1938.

Alfonsina pasó una infancia muy humilde, con un padre alcohólico, a los 12 años empieza a trabajar como costurera a domicilio y después en una fabrica de gorras: en 1907 consiguió un papel en la compañia tetral de Don José Tallavi y se fue de gira por un año. Poco después inicia su carrera de docente.

A punto de cumplir 20 años, llega a Buenos Aires, donde nace su hijo Alejandro y donde publica cuatro años más tarde su primer libro.

Su obra está en ese intermedio epocal y estético que a veces ha querido verse como simple acotación entre dos ismos: el modernismo y la vanguardia. Pero el postmodernismo no sólo hizo fundaciones, sino que apresó, en medio de sus rechazos, mucho de lo que el modernismo daba de turbulencia creadora a la vanguardia poética. En ese plazo histórico
crece cualitativa y cuantitativamente el discurso femenino con la certeza de que la mujer no sólo es guardadora, sino individuo pensante. No es extraño entonces que la voz femenina sea tan representativa a partir de la década del 10 de nuestro siglo y que en la primera fila se destaque, como iniciadora en la poesía, Alfonsina Storni, junto a Delmira Agustini,
Juana de Ibarbourou, Gabriela Mistral, Eugenia Vaz Ferreira, Dulce María Loynaz.
En medio de las tensiones comunicativas y las propias íntimas, Alfonsina debe buscar un ajuste, reacomodar la voz y colocarla en una perspectiva del discurso. Entre esos movimientos reflexiona críticamente y se autorreflexiona como en una subjetividad escindida, es una manera de aparecer y encubrirse, de proyectar la imagen infractora y mediatizarla. En su poesía este forcejeo se evidencia en motivos reiterados como recursos tropológicos, tras los cuales se califica al sujeto. Estos elementos connotan el transcurrir poético, los pasos de su evolución, los tanteos del alma de aquella mujer que había llorado una lágrima cuadrada y bebido la de la madre como veneno de una ancestral resistencia ante el abuelo y el padre. Estos motivos pertenecen al mundo sensorial del cuerpo y la naturaleza. Publicó siete libros de poemas: La inquietud del rosal (1916), El dulce diario (1918), Irremediablemente (1919), Languidez (1920), Ocre (1925), Mundo de siete pozos (1934) y Mascarilla y trébol (1938), además una Antología poética (1938) que contenía poesías inéditas y un libro de poemas en prosa, Poemas de amor (1926).

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