viernes, junio 02, 2006

EL RINCÓN DE LAS LETRAS VIVAS



La Ley es la Ley

Los habitantes de la ciudad de México tienen

la más alta concentración de plomo en sangre.

Las indígenas que trabajan en las plantaciones

de Guatemala dan de mamar la leche más intoxicada

del planeta. Los plaguicidas que figuran en la lista negra

de la Organización Mundial de la Salud se utilizan en el

Uruguay, que es uno de los países con más cáncer

en el mundo.

Impunemente, la Volkswagen y la Ford producen y venden,

en América Latina, automóviles que carecen de filtros obligatorios

en Alemania y en los Estados Unidos.

Impunemente, la Bayer y la Dow Chemical producen y venden, en América Latina, fertilizantes y pesticidas prohibidos en Alemania y en los Estados Unidos.

La coartada es perfecta, las empresas dicen: “Respetamos la ley de cada país”, pero

ocurre que la ley de cada país rinde tributo a la ley universal

la ley de la ganancia, que el mundo de nuestro tiempo

ha elevado a la categoría de ley divina y que impunemente reina.

Y esa ley omnipotente, que rige la “lógica económica”

del Banco Mundial, condena a la naturaleza y a

la dignidad humana.

Nada de nuevo. Al cabo de cinco siglos, el

desprecio se ha hecho costumbre. La impunidad

se alimenta de la fatalidad. Nos han entrenado para creer

que la desgracia es cosa del destino, como al tipo aquel

que por obedecer a la ley de la gravedad, se arrojó desde

un décimo piso.
Eduardo Galeano/ Úselo y Tírelo